Modelo de comentario de texto

A la pregunta de Rasgos románticos del Romanticismo en el fragmento de Don Juan Tenorio, esta podría ser una posible respuesta. Observad el desarrollo de las respuestas y la referencia constante al texto:

El asunto principal es el amor. Pero además un amor apasionado, intenso, sin medida; capaz de que un libertino como don Juan se transforme y redima. En el fragmento que le corresponde, afirma incluso que le esclaviza ("todo el altivo rigor/ de este corazón traidor (...) adorando (...) la esclavitud de tu amor").

Donde se ven mejor los estragos que provoca este sentimiento intempestivo es en el parlamento de doña Inés, que ve cómo su vocación religiosa se viene abajo al enamorarse de don Juan. Equipara el amor con la muerte ("no podré resistir / mucho tiempo sin morir"); ese amor puede con la razón: su "cerebro enloquece"; y la pasión es de tal calibre que es como fuego ("arde mi corazón"). Es por eso por lo que le atribuye unas características sobrenaturales, místicas, divinificadoras o demoníacas. La búsqueda de lo absoluto se cifra en términos de justificación o explicación.

La rebeldía romántica suyace en la estrofa que empieza con "Tal vez Satán...": ese amor o tiene raíces infernales o al menos es más poderoso que la llamada de Dios. La irreverencia no puede ser mayor, pues. Doña Inés está perdida, establece un paralelismo entre su entrega y la perdición o caída: "¿qué he de hacer (...) sino caer?"

La solución se marca en dos coordenadas posibles, ambas extremas, como resulta todo lo romántico, que no entiende de términos medios: "o arráncame el corazón" (o me matas, o me arrancas la capacidad de sentir) "o ámame" (la única salida es el amor de Don Juan, ya no el convento, la religión, Dios). Amar o morir, amor y muerte, dos signos distintivos del Romanticismo se dan la mano, uniéndose significativamente en estos dos versos tan apasionados.

La evasión, pues, la huída de esa realidad gris o aniquiladora, burda, sucia, degradante, vulgar, rutinaria, esa realidad en la que lo industrial, donde el ser humano se asemeja a un rebaño que neutraliza o desindividualiza convirtiéndole en masa, donde en España el retraso es asolador y las desigualdades sociales hirientes, se muestra aquí por dos caminos: la religión, separándose de lo mundano y encerrándose en un convento; y el amor, entregándose a una pasión que no entiende de límites ni de imposibilidades,, entregándose a la fatalidad incluso (son varias las referencias a la muerte, ya señaladas antes) como solución final si ese amor no puede seguir adelante, apropiándose del trágico destino de dos personajes míticos y paradigmáticos del Romanticismo, como lo fueron Romeo y Julieta, de Shakespeare, que sirve como modelo para el siglo XIX pese a haberse escrito en el XVII (por lo que, aunque un poco cogido de los pelos, al adscribirse a este referente de otra época, de nuevo vemos cómo se huye del presente, aunque sea a través de las referencias).

En el fragmento seleccionado de don Juan, por último, se señala la comunión espiritual entre el poeta (o personaje, en este caso) y la naturaleza. El amor lo envuelve todo, lo mejora; y por eso el enamorado transmite esas sensaciones: desde que ama a Doña Inés, "más pura la luna brilla / y se respira mejor", el aura "vaga llena", huelen más las "campesinas flores", el agua brota "limpia y serena"... Toda la naturaleza, en definitiva, está respirando amor, como si fuera cómplice o auspiciadora de este sentimiento.